En una tienda, queramos o no, hay muchos momentos en los que no entran clientes y por tanto se genera un espacio de tiempo que hay que llenar. Muchos empleados, incluso comerciantes y dueños de comercios, emplean mal lo que podríamos denominar “tiempo muerto”. Dedicamos mucho tiempo a dilucidar como organizar una tienda, como recibir al cliente, como atender bien, como comprar, como organizar el stock, como promocionar y dinamizar el punto de venta, es decir, dedicamos tiempo a estar preparados para seducir y vender pero la realidad es que una vez todo parece estar listo, los clientes no entran uno detrás de otro y se generan espacios que suman mucho tiempo (si lo sumamos en conjunto) en el que se decide gran parte de nuestra suerte como comerciantes, mucho más de lo que creemos. En general se habla poco de este tiempo que queda disponible entre cliente y cliente, en el que seguro hay muchas cosas que hacer (o inventar) pero que en la mayor parte de los casos no se emplea bien.
Si algo he podido comprobar en 10 años conociendo comerciantes y tiendas gracias al trabajo en Coto Consulting es que a las pymes comerciales con éxito ese tiempo les preocupa, y mucho, pero sobretodo saber cómo emplearlo bien. Al final del día son muchas horas (de las 8 horas de media que una tienda permanece abierta) las que debemos decidir si ordenar una estantería, repasar pedidos, hacer cartelería, anotar incidencias/sugerencias de clientes, entrar en Facebook o sencillamente dejarlo pasar de algún modo no productivo, irnos a la calle a fumar, tomar un café o hablar con el vecino de lo mal que van las cosas.
¿Qué podemos hacer para asegurarnos de aprovechar ese valioso tiempo? En primer lugar determinar tareas a realizar para cuando estamos sin clientes, por ejemplo: 1º Repasar y ordenar estanterías, 2º.-Anotar incidencias/sugerencias de la última visita,…y así sucesivamente hasta llegar a 3-4 tareas que pueden ser interrumpidas por la llegada de un nuevo cliente que mira tú por donde nos pilla activos y trabajando y no mirando a las musarañas o fuera de la tienda. Y paralelamente a esto, fijar una serie de objetivos semanales, traducidos en tareas, a cumplir en el “tiempo muerto” dividiendo por cada empleado o si no hay empleados exigiéndoselo a uno mismo. Se trata de tareas básicas que todos los comercios tienen que hacer (pedidos, devoluciones, etc.) pero lo importante aquí para que uno no se acomode y esté siempre activo y alerta es que anote otras tareas de “valor añadido” que deberá cumplir, tales como cambiar algún elemento del escaparate, diseñar nuevas etiquetas de precio, crear alguna promoción, gestionar alguna red social (de modo controlado y con límite de tiempo y entradas) o indagar en alguna nueva (como Foursquare o Pinterest), implantar un sistema sencillo que permita analizar o sacar informes de ventas/márgenes/rotación por secciones/categorías reales (y no tanto por innumerables familias), indagar en los múltiples estudios de tendencias del consumidor (muchos de ellos los proporcionamos en nuestro Boletín de Comercio de suscripción gratuita) buscar algún proveedor nuevo para alguna sección que debamos reforzar, ver que proveedores debemos abandonar para dar cabida a otros nuevos, implantar un sistema de gestión de la calidad, etc.
En definitiva un sinfín de cosas prescindibles pero capaces de marcar la diferencia a largo plazo, que se pueden ir haciendo poco a poco y que nos posibilitan mejorar nuestra profesionalización, productividad y competitividad para estar constantemente dando pequeños pasitos adelante sin prisa pero sin pausa, para no caer en la desesperante situación de vernos un buen día que hay demasiado que hacer y poca motivación para ello, porque la montaña es demasiado alta para subirla y no estamos entrenados para ello.
Y cuando ya has hecho todo eso y siguen sin entrar clientes?
Como bien sabes Luis, eso es sólo una parte de lo que podemos hacer. Hacer esto no implica tener flujo de clientes. Una pared no está hecha sólo de cemento, sino de un conjunto de materiales necesarios pero no suficientes.
Y luego están los factores que no podemos controlar…y factores que controlamos mal en su dia (como la localización o nuestro surtido).
De todos modos, ahí van algunas reflexiones que hacerse cuando siguen sin entrar clientes:
Ser perseverante.
Atreverse a cuestionarse las cosas.
Ser creativo.
Arriesgarse.
Regalar algo.
Ser agradecido.
Cambiar algo.
Ser mas perseverante.
Volver a cambiar.
Destruir para crear.
Pedro, has olvidado lo importante que es también dedicarle tiempo a pensar.
Totalmente de acuerdo…….hay que atreverse más a pensar…muchas gracias por tu aportación…
Si tienes mucha razon,con ilusion y ganas el trabajo en una tienda no se acaba nunca.
A veces hay demasiando tiempo muerto y es cuando empiezan los problemas. Yo me dedico a la hostelería y hay un factor «moda» que es incontrolable.
Un saludo
Muchas gracias. Encantado de que compartan y que aporten…