Gina GourmetEn estos momentos de incertidumbre que vivimos, resulta que ha aumentado el motivo de crear una empresa “por necesidad” de un 20% hasta una tercera parte de las empresas creadas. La gente monta más empresas por necesidad. El dato es preocupante de cara al futuro, ya que cuando se cambia por necesidad y no se cambia por convicción, la perdurabilidad futura y la capacidad de convertirse en una empresa sensual, capaz de seducir a empleados y clientes, se hipoteca en función del éxito en el corto plazo.

Resulta obvio pensar que no todas las nuevas empresas que se creen deberán dirigirse a los sectores de las energías renovables, la biotecnología y las tecnologías de la información y comunicación (Tic´s). Probablemente serán los sectores cuyo peso en la economía aumente más y cuyas rentabilidades más crezcan. Si, quizás sean los pasteles que más suban y estén listos para ser copados por los más rápidos, pero no podemos dejar de lado la base de la economía y otros sectores tradicionales que sostienen el empleo y la riqueza de muchos territorios. La clave que me gustaría plantear es que no se trata sólo de acudir a los nuevos sectores, sino en replantear arquetipos y maneras de hacer en los oficios más tradicionales y sectores propios y de gran potencial en nuestra zona geográfica. No podemos huir de sectores más clásicos y darlos por perdidos cuando quizás no hayamos pasado del 2º tema. Qué  vamos a hacer con el sector de la 3ª edad (¿porqué no adaptar la legislación, aunar voluntades y convertirnos en el verdadero geriátrico del norte de europa?), el diseño (no  como un subsector al servicio de otros, sino como sector propio), el comercio minorista (con las posibilidades que presenta la gerencia de centros urbanos y el reencuentro entre actividad económica, ciudad y ciudadanía) o el turismo (hay vida más allá del sol y playa, y lo sabemos).

Pero, ¿cómo se le da la vuelta a los estructura de viejos sectores para reinventarlos?

Si coges por ejemplo el concepto de la comida para llevar, lo pasas por una mente creativa y aderezas con una buena propuesta de valor concreta y diseño innovador en el espacio de venta obtienes Gina Gourmet. La “tienda” de comida rápida italiana hecha al momento nace de una aventura de un joven creativo publicitario convertido en emprendedor gastronómico que coge el concepto de “take-away”, añade calidad, simplicidad, servicios, propuesta de valor, diseño y sonrisas. En el pequeño y acogedor local de Gina Gourmet jamás encontrarás paella. Ni tampoco vitrinas para ver el producto cocinado listo para recalentar. Por el contrario, disponen de un mostrador de madera, unos sofás con vistas a la calle, revistas de cocina italiana y actualidad, aparcaperros en  el exterior, cargador de i-phone o  i-pod para tu espera de 10 minutos máximo, tiempo medio de espera que te comunican, contando los 7 sagrados minutos de cocción de tu pasta y calentar la salsa, todas tradicionales italianas propias de su abuela. Durante la espera puedes ojear algún libro de recetas o tomarte un café nespresso en un entorno relajado y acogedor, sin gorros ni delantales blancos. Sus precios van de 2,95 a 5,95 euros. Así de simple. Sus envases de calidad te sirven para calentar correctamente la comida de nuevo en el microondas o volverlo a utilizar en casa. Algo sostenible y ecológico. Un ejemplo de porqué no hay que dejar de fijarse y apoyar ideas inicialmente tradicionales pero que con procesos de reciclaje conceptual pueden abrir nuevos mercados y seguir realizando la función clave del abastecimiento de  proximidad.

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