Pedro Reig Operación Emprende

Pedro Reig Operación Emprende

En los últimos meses he tenido la fortuna de poder relacionarme, trabajar y hablar con muchos emprendedores de diversa índole, tanto emprendedores como intraemprendedores (aquellos que luchan desde dentro, como parte del equipo de una empresa ya activa). Desde mi paso por Operación Emprende de Ajev, clientes, trabajadores y amigos varios me han hecho reflexionar sobre cómo estamos afrontando la actual parálisis desde el emprendedurismo y la acción. En todo este tiempo he podido comprobar cómo la gente no está dispuesta a resignarse y sentarse a observar simplemente si algo o alguien mejora su actual situación. Sea una reacción de obligada supervivencia o porque no hay mucha gente decidida a no dejar que las cosas simplemente pasen. Aunque cada vez son más, no son tantos como para pensar que algo gordo está sucediendo, y aunque hay mucha gente decidida a emprender proyectos por convulsión (es decir, porque no les queda otra) me atrevería a estimar que entre una tercera parte de jóvenes en situación de riesgo profesional  tienen un proyecto emprendedor en mente definido, entendiendo riesgo profesional como “no seguridad”, es decir quedarse sin trabajo, haberse quedado ya, haber acabado sus estudios, etc.

En ese proceso de cambio, la primera reacción común fue darse cuenta de lo que les sucedía (o puede suceder), asimilar la fragilidad del futuro y la inestabilidad como algo no tan pasajero, darse cuenta de que no hacer nada es peor que hacer algo, asimilar que pueden poner mucho de su parte para tratar de cambiar las cosas y a partir de ahí fortalecer la actitud hacia algo nuevo desde las ideas y la pasión.

En las conversaciones mantenidas con los emprendedores pude observar talento y ganas de trabajar. Hay ideas, hay actitud y hay sensibilidad social pero sobretodo ahora, claridad en la necesidad de vender y obtener resultados económicos para poder aguantar. Se preocupan cada vez más por formarse (de modo exigente) y tener un buen plan de empresa, un documento de análisis y reflexión estratégica previa que sirva para reducir riesgos. Tienen claro que deben compartir sus ideas con otros, pedir opiniones, escuchar, intercambiar, relacionarse y no vivir aislados, sino colaborativamente y en red para sumar talentos y generar ahorro. Son quizás más austeros y están cada vez más dispuestos al sufrimiento; siempre les digo que lo único cierto es que tarde o temprano fracasarán y parece que están dispuestos a pagar ese precio. Observo un motor generalizado de pasión entre los proyectos e ideas y una visión más allá del resultado económico. Es decir, proporcionar valor y bienestar a la sociedad en la que viven.

Pero todo esto choca en cierto modo con una realidad volátil y efímera, con sensación creciente de tener cada vez menos control, más desconfianza en nuestros representantes y más poder en manos de menos organizaciones en una creciente concentración del poder económico en todos los sectores. ¿Seremos unos ilusos o seremos capaces de conseguir algo al final del camino? No tengo ni idea, pero lo cierto es que el camino que muchos empiezan a recorrer es lo que llenará de sentido sus vidas y hará cierta la frase que dice que la felicidad es un camino y no un destino.

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