
En estos momentos podrías confundir a muchas de estas tiendas paseando por el centro de Valencia, Logroño o Madrid con nuevas franquicias de moda moderna y económica, por su forma de gestionar el merchandising y la ambientación, informatización, software, TPV, cartelería y demás aspectos aún por llegar en muchos otros que oyen pero no escuchan. Esta nueva especie de “low-cost-asian-fashion” (gerenciados por chinos total o parcialmente) adquiere nombres comerciales modernos, atienden con esmero y dedicación y están incluyendo servicios como pago con tarjeta o gestión a través de TPV. Pasen y vean. Los clientes se encuentran con tiendas sin barreras, abiertas e iluminadas. A pesar del momento, aquí la amabilidad y la sonrisa no ha echado el cierre.
No nos equivoquemos. Más de un cuarto de las importaciones españolas de textil y confección provienen de China, que ha pasado a ser el primer proveedor del mercado nacional. Nuestra tienda de toda la vida está plagada de estos productos y las mejores franquicias y cadenas hace años que externalizan producción o compran directamente en el país asiático. La única diferencia es que que ahora también se está “asiatizando” la cara del que lo vende. No es para alarmarse, se trata de tomar nota y seguir adelante, no de negar la evidencia y pensar en nuevas trabas. No estamos hablando de fortalecer o apoyar a bazares, porque estos empresarios tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones, sino de tomar buena nota de cómo las circunstancias propician la capacidad de aprendizaje, superación y mejora.
La realidad manda. Según la Asociación de Comerciantes Chinos en España (ACCE) el 3% de los chinos residentes en España regenta un comercio textil, que viene a dar empleo a una media de cinco o seis trabajadores en el punto de venta y cada vez se integran más en asociaciones empresariales que ven en ellos una fuente de nuevos asociados. Es más, el chino fue el único colectivo inmigrante de nuestro país que en 2009 registró un crecimiento positivo en número de emprendedores y empleo creado. Es casi imposible verlos en la cola del paro o esperando ser seleccionados de madrugada para recoger fruta de temporada. No generan este tipo de carga social, más bien permanecen unidos y crean sus propios negocios con esfuerzo, ilusión y dedicación. ¿Acaso no es esto lo que siempre han hecho las familias emprendedoras?