
Creo que un nuevo mundo sólo puede ser creado por gente nueva y creo mucho más en el poder transformador de una sociedad cuando los cambios nacen desde abajo, desde lo local hacia lo global, que en la fuerza de macro políticas diseñadas desde despachos en los centros de poder político y empresarial. Para poder transformar la cultura empresarial se debe empezar desde lo micro, impulsando cambios en cada localidad. Y para ello es imprescindible una visión a largo plazo capaz de impulsar un cambio estructural. Las asociaciones y los ayuntamientos no sólo deben promover acciones para el presente dirigidas a los que están sino también tienen la responsabilidad de para crear un caldo de cultivo capaz de crear una verdadera cultura emprendedora entre los jóvenes que pueda desarrollar el talento en el futuro, en lo que se pueden denominar “canteras de nuevo talento”. Se puede empezar simplemente por centrarse más en facilitar la inserción de jóvenes emprendedores en sectores tradicionales de tamaño pequeño y gestión más accesible como por ejemplo el comercio, el terciario avanzado (servicios a empresas con un alto componente de materia gris) acompañado de verdaderos programas formativos y de acompañamiento en las etapas iniciales (1er año).
Por otro lado creo que merecen los mismos esfuerzos y recursos una juventud formada en disposición de emprender que el dedicado a salvar a empresas ancladas en viejos paradigmas y en constante bajada de sus ventas, y este es un tema que no se está abordando institucionalmente con la suficiente diligencia. No podemos olvidar que para crear algo nuevo hay que destruir algo viejo. Todo el tiempo dedicado a esta tarea es tiempo no dedicado a ayudar y facilitar la creación de nuevas oportunidades.