ImagenHace un tiempo, principalmente desde el agravamiento de la crisis, que administración y organizaciones empresariales están inevitable aunque excesivamente centradas en resolver los problemas que deben afrontar las empresas a corto plazo (cobros pendientes, contratos, abaratamiento del despido, reducción de cuotas, etc.). En este contexto volátil y cambiante en el que impera la gestión de guerrilla y del “día a día” parecemos haber olvidado una de las tareas más importantes para poder transformar el empresariado de proximidad, aquel que conforma la mayor parte del tejido empresarial en pueblos, ciudades medias y comarcas y que conforma con el pago de sus impuestos, personal contratado y gasto endógeno el futuro de nuestras comunidades. Esta tarea pendiente de vital importancia es la del cultivo de la cultura emprendedora entre los jóvenes y la atracción y retención de talento. En este sentido, los responsables de la dinamización económica local en lugar de centrarse principalmente en facilitar el establecimiento de grandes empresas que se hagan cargo de grandes bolsas de contratación y solucionen el problema del empleo a lo “Bienvenido Mr. Marshall” con todas las cesiones locales que ello supone, y aunque esta es una tarea importante y útil, deberían estar obsesionadas en la dinamización de la economía local hacia el emprendedurismo y la creación de las condiciones necesarias para el desarrollo futuro del talento y la innovación fomentando una nueva cultura emprendedora principalmente entre los más jóvenes, que son la savia nueva necesaria para desarrollar un cambio en el modelo de pensamiento empresarial que finalmente se materializará en el necesario cambio de cultura empresarial.

Creo que un nuevo mundo sólo puede ser creado por gente nueva y creo mucho más en el poder transformador de una sociedad cuando los cambios nacen desde abajo, desde lo local hacia lo global, que en la fuerza de macro políticas diseñadas desde despachos en los centros de poder político y empresarial. Para poder transformar la cultura empresarial se debe empezar desde lo micro, impulsando cambios en cada localidad. Y para ello es imprescindible una visión a largo plazo capaz de impulsar un cambio estructural. Las asociaciones y los ayuntamientos no sólo deben promover acciones para el presente dirigidas a los que están sino también tienen la responsabilidad de para crear un caldo de cultivo capaz de crear una verdadera cultura emprendedora entre los jóvenes que pueda desarrollar el talento en el futuro, en lo que se pueden denominar “canteras de nuevo talento”. Se puede empezar simplemente por centrarse más en facilitar la inserción de jóvenes emprendedores en sectores tradicionales de tamaño pequeño y gestión más accesible como por ejemplo el comercio, el terciario avanzado (servicios a empresas con un alto componente de materia gris) acompañado de verdaderos programas formativos y de acompañamiento en las etapas iniciales (1er año).

Por otro lado creo que merecen los mismos esfuerzos y recursos una juventud formada en disposición de emprender que el dedicado a salvar a empresas ancladas en viejos paradigmas y en constante bajada de sus ventas, y este es un tema que no se está abordando institucionalmente con la suficiente diligencia. No podemos olvidar que para crear algo nuevo hay que destruir algo viejo. Todo el tiempo dedicado a esta tarea es tiempo no dedicado a ayudar y facilitar la creación de nuevas oportunidades.

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