El sistema se autoconsume. No sólo es insostenible a corto plazo sino que probablemente se viene abajo sin apenas darnos cuenta, y lo que es peor, sin que nos hayamos parado a pensar en ello y no tengamos la más remota idea de qué está pasando. Los acontecimientos se suceden de forma vertiginosa sin darle a uno tiempo a interiorizarlos. La crisis del Yom Kipur en 1973 puso en evidencia que el petróleo marcaría el rumbo del bienestar y el malestar global, desde la globalización hasta la subida de la factura de la luz todo está relacionado en un panorama global donde la capacidad de acción de los gobiernos es cada vez más insignificante para mantener el estado de bienestar. Las fuerzas que dirigen el sistema global son etéreas, globales, ajenas a las personas y carecen de nombre, aunque todos en mayor o menor medida somos responsables de la situación actual, desde el poseedor de un millonario plan de pensiones que toma el sol en Florida hasta el padre de familia que repone combustible en la gasolinera más cercana.
La contradicción en la que vivimos y que nos hace mantenernos al margen de todo es pensar que lo que sucede no va con nosotros negando que no formamos parte del problema, que son “los otros”, aunque no queremos renunciar a nuestro modo de vida en el que, como decía Alex Rovira, acabamos comprando cosas que no necesitamos con dinero que no tenemos para sorprender a quienes no conocemos. Los que fabricaban los productos que consumíamos ahora son dueños de las marcas que buscamos. No podemos comprar pero acabamos comprando, no podemos ir pero vamos, no podemos cerrar los ojos pero los cerramos, no podemos callar pero callamos, tenemos que hacer pero no hacemos, tenemos que actuar pero no actuamos, tenemos que cambiar pero no cambiamos, no sabemos gobernar pero gobernamos. Nos justificamos todo el tiempo, la coherencia de lo que hacemos es directamente proporcional al momento que vivimos, defendemos una solvencia que hemos construido por inercia pero giramos la vista ante lo que estamos dejando atrás en un panorama sin responsables visibles, y al final, acabamos haciendo las cosas del mismo modo esperando resultados distintos. Todo es un lío y todo se vuelve contra sí mismo; en un mundo líquido no hay nada estable, ni las pensiones ni el empleo público ni la seguridad social. Mientras un día mostramos cuentas auditadas y saneadas, al día siguiente todo es deuda y mientras un día tenemos una calificación de riesgo baja, al día siguiente cerramos las puertas.
Asistimos a un escenario mundial plagado de turbulencias y grietas, donde se suceden los acontecimientos, guerras, revoluciones, masacres, crisis financieras y pérdida hegemónica. Los gobiernos nacionales han perdido capacidad de acción y los gobiernos autonómicos están en quiebra técnica, cajas de ahorros incluidas, endeudadas por sus fáciles créditos a promotoras quebradas y constructores que no sabían leer, intentando ser controladas por brazos políticos que se tienen que asegurar la financiación de unas arcas vacías. Nos gobiernan personas que no han salido de las propias estructuras políticas en toda su carrera, aprendiendo en dos tardes o asesorando en ámbitos completamente desconocidos. No entendemos nada, el malestar crece, la ansiedad se dispara y el talento se difumina, se evapora y se aleja, lo que retroalimenta un sistema viciado y con escasas perspectivas.
No obstante, muchos se niegan a asumir que esto no puede cambiar pero se van dando cuenta de que el precio no va a ser barato. El presidente Thomas Jefferson sostenía que en cada generación era necesaria una revolución, que teníamos que prepararnos para preservar la vitalidad de nuestra libertad derrumbando aquello instaurado en nuestras mentes que se ha quedado obsoleto.
Se trata de atreverse a empezar de cero con un papel en blanco en el cual podamos dibujar cómo resolver el malestar actual. La era donde las ideas están por encima de las ideologías ha llegado y el primer paso consiste en ser consciente y no negar lo que sucede para ser capaz de transformar la realidad empezando por uno mismo. Que la nueva andadura de este periódico también sirva para despertar conciencias y dibujar el futuro.